Después de vivir casi toda su vida como budista, se le preguntó a un anciano que vivía en Singapur, y que ahora era cristiano, qué diferencia había entre ser budista o ser cristiano.
“Es muy fácil -respondió el anciano-. Desde que acepté a Jesús como mi Salvador, tengo paz en mi corazón." Esa es la experiencia de los que aceptan a Cristo.
“Tú (Dios) guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado." (Isaías 26:3.)
Vivir la vida cristiana nos lleva a vivir en perfecta paz -un sentimiento pleno de seguridad y bienestar.