Podemos creer en Dios
“No creía en Dios”, dijo Marcos. Pero todo cambió una noche cuando se encontró en una tormenta de nieve en el ártico de Alaska. Su pequeño avión se estaba quedando sin gasolina y no tenía suficiente para llegar a la pista de aterrizaje. Treinta minutos después de que el indicador de combustible registrara “vacío”, el motor comenzó a echar chispas. Se preparó para estrellarse contra las aguas heladas del mar de Bering. Marcos nunca había orado a Dios, pero estaba desesperado y elevó esta plegaria silenciosa: “Señor, si estás allí, ¡necesito tu ayuda ahora!”
Casi de inmediato, ¡el avión salió de la tormenta de nieve al aire libre! ¡Pero todavía le quedaban cerca de 30 kilómetros de vuelo! Cuando finalmente llegó al aeródromo, Marcos sabía que no era normal que su avión hubiera seguido funcionando durante tanto tiempo con el tanque de gasolina vacío. “Aterricé completamente transformado, aunque todavía no era cristiano, creía en Dios y sabía que existía”, dijo Marcos.
Tal vez, así como Marcos, usted haya luchado por creer en Dios. A veces se necesita una experiencia de vida o muerte para que una persona cambie de opinión. Para algunos, la creencia en Dios comienza cuando tienen un hijo. Miran ese pequeño milagro moviendo sus deditos de pies y manos. Ven a su bebé sonreírles y se preguntan: “¿Existe un Dios? ¿Un Creador?”